viernes, 26 de octubre de 2012

4ta Charla Mes Octubre



TODO ES CUESTIÓN DE ACTITUD

 
                                                                     


LOS SENTIMIENTOS pueden ser fuertes y a veces hasta abrumadores. Pero en el trabajo diario son las actitudes que se tienen,  las que  hace comportarse y trabajar de la forma en que se hace. Las actitudes pueden ser buenas o malas, seguras o inseguras.
El hecho desafortunado acerca de las actitudes inseguras en el trabajo es que aquellas que las tienes tratan de justificarlas con razones de por qué están confundidos. Es un rasgo humano común que la mayoría de nosotros creemos solamente lo que queremos creer  y lo queremos creer es siempre lo correcto.

 

Por otra parte, cuando se desarrolla una actitud segura en el trabajo significa que se está preparado para responder de una forma segura y efectiva.

Cómo funcionan las actitudes
Las actitudes no se desarrollan de una forma misteriosa. Su actitud hacia la prevención de accidentes en el trabajo es en realidad una mezcla de tres factores: las respuestas que ha aprendido a situaciones de trabajo, sus hábitos y su “disposición emocional”.
Las respuestas aprendidas pueden ser el resultado del entrenamiento en el trabajo o de una instrucción formal en una clase. Los hábitos se forman al hacer la misma cosa repetidamente mientras que se evita un comportamiento contradictorio. La “disposición emocional” describe la forma en que se siente acerca de lo que uno hace.
Incluso si una actitud hacia la prevención de accidentes es muy positiva, puede ser bloqueada en situaciones tensas. En general, podemos ser vulnerables a tres niveles de tensión en el trabajo:
1. Problemas diarios  y ordinarios que generalmente crean un mínimo de estrés, sin una amenaza inmediata a nuestro estado  de seguridad- si seguimos los procedimientos de prevención de accidentes que hemos aprendido ya.
2. Trastornos o perturbaciones emocionales temporales, causados por conflictos personales o cualquiera otra frustración, que crean un clima emocional en el que es difícil que sobreviva una actitud de seguridad a no ser que esa actitud esté bien arraigada.
3. Los estados de pánico  que hacen que una persona se olvide completamente de sus actitudes, cuando normalmente debería regirse por ellas.
Naturalmente, si se  sabe por adelantado la forma segura de responder a cualquier contingencia en el trabajo, tendrán menos posibilidades de actuar de una forma que amenaza su estado de seguridad y la seguridad de otros. No se olviden que la incertidumbre conduce al miedo, el miedo conduce a la ansiedad, y la ansiedad reduce el estado de atención total que hay que prestar a un trabajo. Esto, por su parte, produce accidentes.

Un cambio de actitud
Por lo tanto, es vital observar consistentemente todas las normas de desempeño y prevención de accidentes que han sido creadas para su propia protección en el trabajo. No se puede cambiar emociones, aunque se  puede aprender a reconocerlas y mantenerlas bajo control. Las actitudes por otra parte, sí pueden ser cambiadas. A veces no es fácil, pero es posible si uno se esfuerza.
Un cambio en actitud tiene que comenzar con un  autoanálisis honesto. Ustedes tienen que convencerse que es posible que no tenga razón en todas las circunstancias. Acto seguido tiene que recoger y examinar diferentes puntos de vista y compararlos con los suyos propios. Debe obtener los hechos reales, porque una actitud insegura está basada con frecuencia en una información incorrecta. Tomemos por ejemplo la oposición de algunos trabajadores al llevar el casco de protección cuando  es necesario. Si todos entendieran con claridad la forma en que un casco les puede salvar la vida en algunas circunstancias imprevisibles, todos se los podrían en todas las circunstancias.
Si, por el contrario, algunos trabajadores no quisieran oír todos los hechos, tendrían que tomar una decisión basada en una información incompleta. Para poder trabajar bajo la mayor protección, es necesario aprender lo más posible sobre cómo se producen los accidentes y como se pueden prevenir.
Una vez formadas las actitudes son difíciles de cambiar, incluso con argumentos lógicos. Pero pueden  ser cambiadas. Lo primero que hay que hacer es preguntarse si una actitud dada puede ser peligrosa para uno mismo o para otras personas.