TODO ES CUESTIÓN DE ACTITUD
LOS SENTIMIENTOS
pueden ser fuertes y a veces hasta abrumadores. Pero en el trabajo diario son
las actitudes que se tienen, las
que hace comportarse y trabajar de la
forma en que se hace. Las actitudes pueden ser buenas o malas, seguras o
inseguras.
El hecho
desafortunado acerca de las actitudes inseguras en el trabajo es que aquellas
que las tienes tratan de justificarlas con razones de por qué están
confundidos. Es un rasgo humano común que la mayoría de nosotros creemos
solamente lo que queremos creer y lo
queremos creer es siempre lo correcto.
Por otra parte,
cuando se desarrolla una actitud segura en el trabajo significa que se está preparado
para responder de una forma segura y efectiva.
Cómo funcionan las actitudes
Las actitudes no
se desarrollan de una forma misteriosa. Su actitud hacia la prevención de
accidentes en el trabajo es en realidad una mezcla de tres factores: las
respuestas que ha aprendido a situaciones de trabajo, sus hábitos y su
“disposición emocional”.
Las respuestas
aprendidas pueden ser el resultado del entrenamiento en el trabajo o de una
instrucción formal en una clase. Los hábitos se forman al hacer la misma cosa
repetidamente mientras que se evita un comportamiento contradictorio. La
“disposición emocional” describe la forma en que se siente acerca de lo que uno
hace.
Incluso si una
actitud hacia la prevención de accidentes es muy positiva, puede ser bloqueada
en situaciones tensas. En general, podemos ser vulnerables a tres niveles de
tensión en el trabajo:
1. Problemas diarios y ordinarios que generalmente crean un
mínimo de estrés, sin una amenaza inmediata a nuestro estado de seguridad- si seguimos los procedimientos
de prevención de accidentes que hemos aprendido ya.
2. Trastornos o perturbaciones emocionales
temporales, causados por conflictos personales o cualquiera otra
frustración, que crean un clima emocional en el que es difícil que sobreviva
una actitud de seguridad a no ser que esa actitud esté bien arraigada.
3. Los estados de pánico que hacen que una persona se olvide
completamente de sus actitudes, cuando normalmente debería regirse por ellas.
Naturalmente, si
se sabe por adelantado la forma segura
de responder a cualquier contingencia en el trabajo, tendrán menos
posibilidades de actuar de una forma que amenaza su estado de seguridad y la
seguridad de otros. No se olviden que la incertidumbre conduce al miedo, el
miedo conduce a la ansiedad, y la ansiedad reduce el estado de atención total
que hay que prestar a un trabajo. Esto, por su parte, produce accidentes.
Un cambio de actitud
Por lo tanto, es
vital observar consistentemente todas las normas de desempeño y prevención de
accidentes que han sido creadas para su propia protección en el trabajo. No se puede
cambiar emociones, aunque se puede
aprender a reconocerlas y mantenerlas bajo control. Las actitudes por otra
parte, sí pueden ser cambiadas. A veces no es fácil, pero es posible si uno se
esfuerza.
Un cambio en
actitud tiene que comenzar con un
autoanálisis honesto. Ustedes tienen que convencerse que es posible que
no tenga razón en todas las circunstancias. Acto seguido tiene que recoger y
examinar diferentes puntos de vista y compararlos con los suyos propios. Debe
obtener los hechos reales, porque una actitud insegura está basada con
frecuencia en una información incorrecta. Tomemos por ejemplo la oposición de
algunos trabajadores al llevar el casco de protección cuando es necesario. Si todos entendieran con
claridad la forma en que un casco les puede salvar la vida en algunas
circunstancias imprevisibles, todos se los podrían en todas las circunstancias.
Si, por el
contrario, algunos trabajadores no quisieran oír todos los hechos, tendrían que
tomar una decisión basada en una información incompleta. Para poder trabajar
bajo la mayor protección, es necesario aprender lo más posible sobre cómo se
producen los accidentes y como se pueden prevenir.
Una vez formadas
las actitudes son difíciles de cambiar, incluso con argumentos lógicos. Pero
pueden ser cambiadas. Lo primero que hay
que hacer es preguntarse si una actitud dada puede ser peligrosa para uno mismo
o para otras personas.